Tres fenómenos mundiales condicionan actualmente el desarrollo de la agricultura en América Latina y el Caribe: el cambio climático, el incremento de la demanda por alimentos y la innovación tecnológica, acelerada por la pandemia de Covid-19, de acuerdo con un estudio de la CEPAL.
¿Será cierto que el futuro del comercio para las pequeñas y medianas empresas (PyMES) está en línea?
Tienes un producto o servicio novedoso y una marca consolidada, pero ¿sabes cómo darle visibilidad a tu negocio para atraer más clientes?
¿Qué puede hacer un pequeño productor si una helada arruina la cosecha de todo un año? ¿Cómo puede un negocio de exportación de insumos alimentarios adaptarse eficientemente ante un repentino cambio en el mercado cambiario? ¿O qué pasa si una huelga de transportistas impide la distribución de una producción de alimentos y éstos se echan a perder?
Para los pequeños y medianos productores agroalimentarios comercializar sus productos en cadenas globales de valor puede resultar todo un desafío. Esto debido a que los sistemas internacionales demandan cumplir con altos estándares de calidad, estar en posibilidad de adaptarse continuamente a las condiciones del mercado y contar con productos diferenciados y con un alto valor agregado que los haga competitivos.
Uno de los mayores obstáculos para alcanzar la seguridad alimentaria es la pérdida y desperdicio de alimentos. Cada año, hasta un tercio de los alimentos producidos en el mundo para consumo humano se pierde o desperdicia, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por su sigla en inglés).
Centroamérica es una región con condiciones favorables para el sistema agroalimentario pero que también tiene a 8.4 millones de sus habitantes en una situación de emergencia alimentaria, según el Informe Mundial sobre Crisis Alimentarias 2022. Eso significa que viven una situación extrema de inseguridad alimentaria y requieren asistencia urgente.
Acabar con el hambre en el mundo parece un objetivo inalcanzable, pero las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) que participan en el sistema agroalimentario tienen ventajas que pueden aprovechar para ofrecer soluciones a este desafío mundial.
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