En el pasado, el trazado en la cadena agrícola era una forma de brindarle valor agregado al producto. Pero con la entrada en vigencia de nuevas regulaciones y normativas dejó de ser meramente una ventaja comparativa, y se convirtió en una barrera de entrada a los principales mercados. Según un artículo publicado por Telfónica, “la trazabilidad es un conjunto de acciones, medidas y procedimientos técnicos que permite, tanto en términos cuantitativos como cualitativos, identificar y registrar cada producto desde su nacimiento hasta el final de la cadena de comercialización”.
Surgieron a partir del 2005 como consecuencia del “mal de la vaca loca”, la aftosa y los actos terroristas
A partir del 2005, los principales mercados de exportaciones, en especial la Unión Europea (UE), exigen estrictas regulaciones de trazabilidad que les permiten a los actores de la cadena de abastecimiento recopilar la información y reconstruir la historia de un determinado producto en forma eficaz e inequívoca en poco tiempo.
De esta manera, rápidamente se identifica y evita la dispersión de productos contaminados con enfermedades, bacterias u otros elementos nocivos para consumo humano.
Por el momento, estas medidas rigen solamente en el mercado agroalimentario. Surgieron principalmente a raíz de la crisis que generó la carne infectada con el “mal de la vaca loca” causando varias muertes en Europa; el problema global de la aftosa; o el miedo ante un eventual atentado bioterrorista luego del ataque del 11 de septiembre en los Estados Unidos.
Las nuevas exigencias permiten efectuar un monitoreo más preciso durante todo el proceso productivo, desde la siembra hasta que el alimento llega a la góndola del supermercado. Esto no sólo mejora la seguridad para el consumidor, sino que brinda beneficios a los integrantes de la cadena para una mejor gestión.
Seguir