La exportación de bienes y servicios es, a nivel macroeconómico, positiva para la balanza comercial, la cuenta corriente y de pagos de cualquier país; un multiplicador de los ingresos de la economía en general y de los agentes que participan en particular. A nivel micro, exportar permite a las empresas diversificar los riesgos frente a mercados internos inestables y amortiguar eventuales vaivenes de la economía doméstica, regional o internacional.

Es clave comprender la importancia de la internacionalización para la apertura de nuevos mercados

El comercio exterior brinda a las pequeñas y medianas empresas (PYMEs) otras ventajas como la operación de economías de escala para un mejor aprovechamiento de las instalaciones, la obtención de precios más rentables, la extensión del ciclo de vida de un producto, un óptimo ajuste en la programación de producción y una mejor relación con proveedores, bancos y clientes.

La crisis que sufrió Europa en los últimos años ha dejado una serie de enseñanzas que América Latina debe tener en cuenta. Antonio García Pinto, consultor de Integración y Comercio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), dice que una de las principales es cómo la internacionalización de las PYMEs salvó el débil tejido empresarial de países como España, Portugal y Grecia, entre otros.

La experiencia europea muestra que las empresas que habían desarrollado sus estrategias de internacionalización previamente a la caída de su demanda interna, pudieron sobrevivir y que otras muchas se hubieran salvado del cierre si lo hubieran hecho cuando el ciclo económico era favorable. García Pinto advierte que a toda época de bonanza económica le sigue una época de recesión y, para cuando llegue, qué mejor que estar preparados, adoptando políticas de diversificación de riesgos y no concentrándose sólo en clientes nacionales.

Otra lección de Europa es que que el esfuerzo de invertir para salir a nuevos mercados hay que realizarlo antes de la llegada de la tormenta, concibiéndolo no como un gasto sino como un beneficio futuro. Se debe modificar el concepto de favorecer la internacionalización únicamente cuando se contrae el mercado nacional y dejar de atenderlas cuando los clientes domésticos se recuperan.

Un documento de la CEPAL, que analiza las políticas de apoyo a las PYMEs en la Unión Europea , sostiene que las diferencias de impacto de la crisis dependen de factores estructurales. Pero resalta que el grado de internacionalización de las empresas de un país resulta decisivo, siendo en general mejor el comportamiento de las economías con nivel alto de exportaciones y relaciones comerciales estables.

Escenario regional

El menor ritmo de crecimiento de las economías latinoamericanas es probablemente el comienzo de una nueva etapa caracterizada por el decrecimiento del gasto, el consumo, la inversión y también las exportaciones.

América Latina es exportador neto de commodities y, cuando los precios de las materias primas comenzaron a subir a partir de 2002, los ingresos en la región explotaron al alza con impacto positivo en todos los indicadores. Los mayores ingresos por las exportaciones, apoyaron el auge de la demanda interna e impulsaron el crecimiento económico en general.

Luego de la crisis internacional del 2008 hubo una recuperación, pero a partir del 2010 el PBI ha disminuido de manera constante. Fue 2014, el año de peor desempeño económico desde 2009 marcado por una desaceleración general. La caída del precio del crudo y otras materias primas hablan ya del fin de una década de auge y llaman a prepararse para el nuevo escenario.