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Cambio climático: Las consecuencias devastadoras para el mundo

Por Ana López

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Publicado por TRIB•ECO

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¿Cómo transformar los sistemas productivos para mitigar los impactos negativos?

La variación constante en la temperatura de la tierra, la deforestación masiva a escala mundial, el derretimiento de los glaciares, los altos grados de contaminación hídrica y atmosférica, el crecimiento poblacional, los gases de metano emitidos por la acumulación de basuras en espacios al aire libre, el estiércol del ganado vacuno, el sector industrial y la línea interminable de opciones de transporte, son solo algunas acciones realizadas por el ser humano a diario y que desde hace varios años se han convertido en una proliferación de comportamientos que atentan contra la vida en el planeta.

Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), “éste es una variación sistémica de la composición de la atmósfera mundial ocasionada por la acción directa e indirecta del individuo y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”.

El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) lo define en términos de cualquier variación en el clima generada en el tiempo por acción directa de actividades humanas como producción, asentamiento, extracción y consumo. 

Cuando hablamos de cambio climático es imprescindible evocar a los océanos y su papel como principal mitigador del calor que producen los rayos del sol dirigidos a la tierra, haciendo de ésta un lugar habitable para los 7.700.000 millones de humanos que componemos hoy la tierra y los otros millones de seres vivos que se encargan de equilibrarla. Entonces, ¿cuál es el problema? La industrialización. Así de simple.

La organización Global Alliance on Health and Pollution (GAHP) señala que del total de habitantes de Somalia, al menos el 26,5% murieron en 2015 fueron por causa de la polución.

Los cambios voraces en las formas de producción, reproducción y consumo, se han convertido desde hace más de siglo y medio en el principal enemigo del planeta, haciendo nuestra vida en la tierra insostenible.

A medida que la población aumenta a ritmos exponenciales y alarmantes, también lo hace su demanda por alimentos, transporte, productos de necesidades básicas y objetos de placer como ropa, accesorios y complementos. Los ritmos de extracción de recursos se mantienen en una línea ascendente y los niveles de producción industrial y agrícola con todo lo que esto conlleva, encendieron desde hace más de 30 años las alarmas mundiales frente a la crisis climática. Pero aún seguimos sin hacer nada.

En palabras de la Organización de las Naciones Unidas hay hechos que aunque parecen aislados, están interconectados con las consecuencias que hoy el mundo padece a gran escala:

  • La concentración de gases efecto invernadero (GEI) en la atmósfera terrestre está directamente relacionada con la temperatura media mundial de la Tierra;
  • Esta concentración ha ido aumentando progresivamente desde la Revolución Industrial y, con ella, la temperatura mundial; por eso los países con estaciones han vivido los veranos más calurosos en los últimos años y las zonas tropicales han sentido cambios graduales en la temperatura. Incluso, el quinquenio del 20015 hasta el 2019 fue uno de los más calientes de la historia.
  • El GEI más abundante y que representa alrededor de dos tercios de todos los tipos de GEI, es el dióxido de carbono (CO2), resultado de la quema de combustibles fósiles y el transporte aéreo.

En los últimos 5 años, los cambios medioambientales han tenido una gran variación en su equilibrio natural, generando diversas alteraciones en pequeños ecosistemas y en la vida de los seres humanos. El cambio climático es la mayor amenaza ambiental creada por nuestras acciones y cada día cobra la vida de millones de personas en todas los rincones del mundo; sus efectos son cada más visibles y desde hace algunos meses, impactan directamente en las economías locales.

¿Qué está pasando en el mundo?

Las estadísticas son abrumadoras y las proyecciones de científicos e investigadores se suman a la larga lista de amenazas que deben contenerse de forma inmediata para mitigar el impacto generado en el planeta y con esto minimizar las graves consecuencias que inciden en el área social, política, económica y cultural de cualquier ser humano.

Durante el 2018, el Estado del clima publicado por la Organización Metereológica Mundial, reportó 1600 muertos en incendios forestales, 62 millones de personas expuestas a enfermedades por temas de contaminación hídrica y atmosférica, 17,2 millones de desplazados por deforestación, conflicto de tierras y agricultura y más de 49.000 millones de dólares perdidos debido a la sequía, descomposición de alimentos y otras situaciones devastadoras para el planeta.

"Una de cada cuatro muertes prematuras y de enfermedades en el mundo están relacionadas con la contaminación y otros daños al medio ambiente, causados por el hombre" ONU

Además la concentración de gases efecto invernadero como CO2, metano y óxido nitroso, en la atmósfera, alcanzaron niveles récord y se espera que sigan en aumento. Todo esto, sumado a los niveles crecientes en la temperatura de los océanos, genera una alerta roja en todas las agendas presidenciales del mundo. Según la Organización Meteorológica Mundial“ el calentamiento de estos cuerpos de agua conlleva repercusiones generalizadas para el sistema climático y contribuye en más de un 30% a la subida del nivel del mar a raíz de la expansión térmica del agua marina" .

El 2019 fue el segundo año más caluroso en la tierra después del 2016 y el fenómeno de sequías que dejó un saldo amplio de pérdidas humanas, ecosistemas y economía. Este año registró cifras alarmante que pusieron en jaque a diferentes países por las diversas situaciones ambientales que se presentaron. Según diferentes estudios internacionales, desde 1850, cada año aumenta la temperatura del planeta considerablemente y las concentraciones de CO2 por quema de combustibles fósiles impide en gran medida que el calentamiento se ralentice. Los océanos están haciendo una gran labor al absorber las emisiones anuales de C02 (durante el 2019 absorbieron el 23%), a cambio de un aumento en la acidez de sus aguas, que atenta contra la vida de los ecosistemas marinos y otros ecosistemas ambientales que están interconectados a los mares a través de una cadena de impactos de gran envergadura.

“El calor del océano está en un nivel récord, con temperaturas que aumentan al equivalente de cinco bombas de Hiroshima por segundo. Las sequías, los incendios forestales, las inundaciones y las tormentas extremas cobran su precio mortal. No tenemos tiempo que perder si queremos evitar una catástrofe climática”. António Guterres

La vida humana también está siendo afectada drásticamente por estos cambios en el planeta. Entre 2018 y 2019, el número de víctimas por desplazamientos forzosos debido a catástrofes naturales aumentaron en 4,8 millones, que hoy se suman a la lista de damnificados como consecuencias de las sequías en algunos casos y las fuertes tormentas y crecidas fluviales en otros territorios. La Amazonía perdió 2,5 millones de hectáreas de bosque en un mes a causa de los incendios forestales, el equivalente en superficie a 21 veces la ciudad de Bogotá; más de 2.500 especies de peces, 1.500 aves, 550 reptiles y 500 mamíferos murieron por el fuego según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica.

Australia, no fue ajena a este episodio. El verano estuvo permeado por una ola de calor intenso que terminó en focos de incendios que se propagaron rápidamente por todo el territorio, dejando un saldo de 11 millones de hectáreas incendiadas y la muerte de más de 1000 millones de animales en los últimos meses del 2019 e inicios del 2020. Los niveles de calor generados por actividades industriales mantienen las alarmas encendidas en el continente oceánico, debido a que los focos de calor pueden multiplicar las posibilidades de nuevos incendios forestales en la zona con alcances de destrucción inimaginables.

El año 2019 terminó con una temperatura media mundial 1,1°C por encima de los niveles preindustriales estimados, un valor superado únicamente por el récord de 2016, cuando el fenómeno de El Niño agravó el aumento de la temperatura mundial vinculado a la tendencia general al calentamiento.

El IPCC anunció durante el año pasado que “todos los fenómenos climáticos extremos se multiplicaron, desde el ciclón Idai en Mozambique al tifón Hagibis en Japón, pasando por una canícula récord en Europa, sequías en América Central e incendios en Australia, California y la Amazonía brasileña. Venecia se inundó e Indonesia tiene previsto desplazar su capital debido a la subida de las aguas”. Esto deja claro que la vida de los seres humanos y diversas especies se encuentra en jaque por las acciones capitalistas que realizamos día a día. Es necesario revertir las consecuencias del cambio climático y adoptar medidas extremas para minimizar la producción industrial y el consumo voraz que hoy amenaza con destruirnos.

Por otro lado, el informe del Global Environment Outlook (GEO), advierte que las condiciones actuales del medio ambiente, han cobrado la vida del 25% de las muertes y enfermedades a nivel global y estiman que cada año 1.4 millones de personas mueren por contaminación hídrica y falta de acceso a agua potable, generando graves enfermedades digestivas e intestinales. A esto se le suman los 7 millones de muertes que se registran en todo el mundo de forma anual, debido a problemas respiratorios asociados a la contaminación atmosférica y las 3.200 millones de personas que viven en tierras degradadas por la deforestación y la agricultura, una de las industrias que más gases de metano emite a través del estiércol del ganado.

Los objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y la Década de Acción Climática que inicia este año, de la mano con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, nos dan una línea de tiempo inferior a los pronósticos de especialistas que hasta hace unos años situaban los cambios para el 2050. A partir del 01 de enero del 2020 tenemos sólo 10 años para actuar. Está claro que el planeta no da espera y que hoy estamos sufriendo las consecuencias de nuestras acciones; por eso, 196 países se comprometieron a mantener la temperatura del planeta por debajo de los 2°C, incluso de los 1.5°C  y algunos  establecieron acciones específicas para contribuir a la reducción de los efectos propios del cambio climático.

La Asamblea General del Programa de la ONU para el Medio Ambiente que se celebra en Nairobi, también redactó un protocolo de acción donde estiman que en 2050 seremos más de 9.000 millones de personas, por ende los procesos de producción alimenticia deben cambiar y el foco de atención debe encaminarse a minimizar la extensión ganadera y crear otras formas de mantener al planeta.

Diferentes industrias como la moda, también han generado alianzas globales para reducir los efectos causados por sus producciones a gran escala y mitigar el calentamiento de la tierra y se han comprometido de forma unánime para desacelerar sus procesos y transformar los actuales por unos más responsables.

Sin embargo las medidas son mínimas para la cantidad de problemáticas derivadas del cambio climático y desde la ONU, PNUMA, GREENPEACE, el IPCC, UNICEF, el PUND y otras organizaciones, se han unido para hacer un llamado al mundo para deconstruir los actuales procesos productivos y reconstruirlos bajo un sistema de responsabilidad empresarial, ambiental y social que nos beneficie a todos como individuos y le genere al ecosistema una oportunidad para regenerarse y mantenerse dentro de los límites planetarios.

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