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Economía Naranja, una oportunidad infinita

América Latina y el Caribe tienen un gran potencial en el desarrollo de las industrias creativas a través de la innovación y su herencia cultural.

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Publicado por ConnectAmericas

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La Economía Naranja se centra en invertir en nuevas capacidades, en atraer talento y nutrirlo

Arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, TV y radio, y videojuegos son algunos de los sectores que forman parte de la Economía Naranja, según la definió John Howkins, uno de los investigadores más influyentes en la materia.

El comercio de bienes y servicios creativos –en adelante ‘mentefacturas’- tuvo una muy buena década: entre 2002 y 2011 las exportaciones crecieron 134%, según la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD). Si las insertáramos en la clasificación que hace el Centro Internacional de Comercio (ITC por su sigla en inglés), serían la quinta mercancía más transada del planeta.

De acuerdo al libro “La Economía Naranja, una oportunidad infinita”, escrito por Felipe Buitrago Restrepo e Iván Duque Márquez, y editado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se puede hacer una distinción entre bienes creativos (artes visuales y performativas, artesanías; audiovisual, diseño, nuevos medios, etc.) y servicios creativos (arquitectura, cultura y recreación, investigación y desarrollo, publicidad, etc). Las exportaciones de ambos alcanzaron en 2011 los 646 mil millones de dólares; pero los servicios crecieron un 70% más rápido que los bienes ya que, cada vez más, estas transacciones se hacen por Internet.

El comercio creativo es menos volátil que el de los commodities o materias primas. Prueba de ello es que soportó mejor la crisis financiera global que sectores como el petrolero. Mientras que las ventas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) registraron una caída del 40% en 2009, las exportaciones de bienes y servicios creativos apenas se contrajeron un 12%. 

Medida en billones de dólares, si la Economía Naranja fuera un país, sería la cuarta economía mundial detrás de Estados Unidos, China y Japón; el noveno mayor exportador; y la cuarta fuerza laboral con 144 millones de trabajadores.

La Economía Naranja de las Américas lleva un claro liderazgo a nivel mundial, debido al impresionante desempeño de los Estados Unidos. El déficit comercial de Latinoamérica y el Caribe es enorme en relación con sus exportaciones de bienes y servicios creativos. Y más preocupante se hace al considerar los pagos netos por regalías y licencias de propiedad intelectual, ya que el déficit casi se duplica.

Apenas el 1,77% de las exportaciones de bienes creativos mundiales se originan en Latinoamérica y el Caribe. Poco menos de la tercera parte de éstas se dirige a otros países de la región, más del 64% a economías desarrolladas y menos del 3% a otras en desarrollo.

La Economía Naranja como eje de desarrollo

Ahora que la tendencia en el comercio creativo se inclina en favor de los servicios, la delantera la tomarán las naciones con una estrategia digital intensiva en “mentefacturas” y que hagan de la Economía Naranja uno de sus principales ejes de desarrollo para la creación de empleos y riqueza. “Mentefacturas” como el arte, el diseño, los videojuegos, las películas y las artesanías llevan consigo un valor simbólico intangible que supera a su valor de uso. 

Otra opción es convencer al talento de los 107 millones de jóvenes (entre 14 y 24 años, que viven en Latinoamérica y el Caribe) por la adopción temprana de modelos de negocio basados en las “mentefacturas” (base de una Revolución Naranja) y construir un imperio basado en esta creatividad. 

El acceso (virtual o físico) es clave, al igual que el contacto entre audiencias, contenidos, creativos, emprendedores y tecnología. Acceso y contacto son los catalizadores fundamentales para generar la innovación que se deriva de la fertilización cruzada de ideas, usos, interpretaciones, costumbres. 

Actualmente la cultura en su conjunto es tratada por la sociedad como un bien público, esta situación le hace mucho daño a los artistas y a los creativos, pues les niega al menos dos derechos fundamentales: el reconocimiento de su actividad como un trabajo legítimo y una remuneración adecuada. Al mismo tiempo, le niega a la sociedad el progreso que artistas, creativos y toda su cadena de valor pueden aportarle.

El intercambio cultural y los procesos económicos que transforman los contenidos simbólicos en bienes y servicios para la sociedad están en constante evolución. Hoy por hoy, la naturaleza del consumo de contenidos es de nicho. Se necesita adoptar un Mercado Interamericano de Contenidos Originales (MICO).

En el desarrollo de la Economía Naranja es posible cerrar las brechas sociales y a acercar a las personas más humildes con las más privilegiadas alrededor de un propósito común. Y existen muchas personas que tienen la motivación para emplear las herramientas de la Economía Naranja en la integración social.

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