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Uber: más que una aplicación que le compite a los taxis

Una innovación tecnológica aplicada el transporte urbano ha causado un terremoto en los paradigmas económicos, políticos y sociales del mundo. Quien crea que es solo una aplicación, se equivoca. Quien también crea que será la última empresa con estos efectos, se vuelve a equivocar.

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Publicado por ConnectAmericas

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La necesidad siempre ha estado ahí: desplazarse desde el punto A hasta el punto B. A lo largo del tiempo, la necesidad ha cambiado en la forma, pero no en el fondo. Antes eran carrozas tiradas por caballos; hoy son vehículos. Por su propia naturaleza económica, comercial y productiva, el desplazamiento entre particulares se comenzó a regular desde hace siglos.

Conforme Uber ha escalado y ha tocado actores locales, la controversia se ha desatado a través de manifestaciones de apoyo o de repudio. Por ello cabe preguntarse, ¿qué es Uber? ¿Qué paradigmas rompe y por qué? ¿Cómo escaló Uber? ¿Qué pasa allá a donde va? ¿Qué implicaciones tiene la evolución de Uber? Y, ¿hacia dónde se dirige?

¿Qué es Uber?

Uber se presentó en 2009 como parte de una incubadora en la ciudad de San Francisco. Su oferta de valor fue usar una aplicación que se convirtiera en una alternativa para desplazarse por las grandes ciudades de forma rápida, programada y más barata que un taxi. Después de levantar capital, Uber comenzó con una estrategia de prioridades similar a la que ha seguido la marca de automóviles Tesla. Primero se concentró en el segmento de la población con más alto poder adquisitivo y después de dominar dicho mercado, ofreció alternativas para otros segmentos más económicos.

Muchos gobiernos, sindicatos y compañías de taxi han protestado contra Uber, argumentando que utiliza conductores sin licencia de taxista de forma ilegal e insegura. La compañía dice que no se trata de quitar el negocio al taxi tradicional, sino de ampliar el mercado a través de la economía compartida. Travis Kalanick, fundador y director general va más allá: “Ha habido tanta corrupción y tanto amiguismo en la industria del taxi, y tanta cautividad reguladora, que si solicitas permiso frontal por algo que ya es legal, nunca lo conseguirás.” (Crovitz, 2014)

En el mundo emprendedor, Uber es considerado un Unicornio, una de las raras compañías que por los millones de usuarios que atraen y/o los miles de millones de dólares (mmdd) de ventas que tienen, están cotizadas en valuaciones de más de 1 mmdd. Con su valuación de 40 mmdd, Uber no solo es considerado un unicornio, sino que junto con Airbnb, Dropbox, Pinterest y Snapchat, es parte del grupo de los “decacornios”, las empresas que sin haber debutado en bolsa, ya valen más de 10 mmmd. (Gelles, 2015)

Los números de Uber impresionan a cualquiera, pues opera hoy en casi 300 ciudades de 59 países del mundo. Su valor en el mercado es el doble que el de Twitter. Está en pláticas para obtener 2 mmdd de dinero líquido, por lo que su valuación crecería 25% y la convertiría en el emprendimiento más valioso del mundo. En palabras de Bill Maris, jefe de Google Ventures, Uber es ya el emprendimiento de más rápido crecimiento que jamás haya visto. Además, ya es rentable, especialmente en los mercados más maduros. Ellos se encuentran en ciudades con mucho tráfico como Nueva York, Washington D.C., San Francisco, Chicago y Los Ángeles, en los cuales generó el año pasado entre 1.5 y 2 mmdd de utilidad. (Shontell, 2014)

Pero dentro de todo el dinero que la empresa recibe, hay algo que no se había visto antes: Uber no solo obtiene recursos de sus inversionistas y sus clientes, sino que también los conductores ‘invierten’ en la empresa al poner su vehículo particular a disposición de quien quiera pagarles por transportarlos, lo cual previene la ‘quema’ de efectivo por inversión en activos. Esto confirma que la economía compartida –o colaborativa- es un negocio que genera intermediarios que se vuelven ricos y poderosos por la información valiosísima que colectan, mantienen privada y utilizan a su favor.

Y sobre todo, Uber es una de las organizaciones exponenciales que rompen con nuestras concepciones de una industria completa. “En lugar de usar ejércitos de empleados o plantas físicas enormes, es una organización más pequeña enfocada en las tecnologías de la información, que desmaterializa los negocios de bienes físicos intensivos característicos del siglo XX, a través de la creación de nuevos productos y canales de ingresos en solo meses.” (Diamandis & Kotler, 2015) Es decir, la compañía de transporte más grande y valiosa del mundo, no es dueña de un solo vehículo.

¿Qué paradigma rompe y por qué?

El paradigma fundamental retado por Uber es el del vehículo de alquiler con un conductor, usado por pasajeros que quieren desplazarse entre dos puntos de su elección. Esto se entendió como taxi desde hace innumerables décadas. Pero Uber también hace esto, en lo general.

La situación se vuelve más dramática por la penetración de mercado de los vehículos y por la intervención gubernamental. Por un lado, hace 50 años los automóviles eran un bien de lujo al alcance de muy pocos, por lo que el taxi era una herramienta de trabajo. Por el otro, la intervención gubernamental ha ahogado el negocio. Existen altos costos de empadronamiento –licencia, permiso, pintura, placa- que combinado con los altos costos de ineficiencia –tráfico, búsqueda de pasaje- y de operación y mantenimiento, han disminuido notablemente los márgenes de utilidad. Además, los taxistas son un grupo vulnerable, pues no hay pagos por horas extra ni reposición de salario por enfermedad. Ser taxista no es muy buen negocio hoy.

La situación no es muy diferente para un chofer de Uber. En países con bajo índice de desigualdad, los conductores usan sus propios vehículos como herramienta de trabajo y así llevarse alrededor del 75% de la tarifa. En países con mayor desigualdad como México existe un fenómeno singular: hay dueños con lotes completos de autos que contratan conductores como choferes particulares y asignan a unidades de Uber. Pero hay un factor común en ambos tipos de países: Los conductores ven a Uber como una empresa para mantener un ingreso constante antes que otros ingresos potenciales más inestables o impredecibles. Solo en Estados Unidos, el 61% de los choferes tienen al menos otro empleo. (Meeker, 2015)

Pero, ¿en qué se parecen o son diferentes Uber y los taxis? Aquí una tabla comparativa para la Ciudad de México.

Escrito por Javier Arreola, Ingeniero, emprendedor y becario Carlos Slim en la U. George Washington.

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