No muchos años atrás, la actividad que más tiempo insumía en los puertos comerciales era la de cargar y descargar las mercancías que se transportaban en los barcos. Por entonces los puertos estaban poblados de estibadores y hombres fornidos que cargaban en sus espaldas las pesadas bolsas o cajas que se subían a los buques.
Los empresarios debían abonar no solamente el costo de los salarios de estos trabajadores, sino también los gastos de tener un navío amarrado en puerto durante días, mientras se cargaban sus productos a bordo.
A partir de 1950, este panorama cambió radicalmente a través del fenómeno que se conoce como “containerización”, y que se refiere a la práctica de transportar las mercaderías en contenedores de forma y tamaño uniforme.
El profesor Rama Gopal, del Instituto de Management de Bhopal, India, explica que “antes de la containerización, el cargamento debía ser cargado al camión hasta el puerto, luego los bienes debían ser descargados en el puerto y vueltos a cargar al barco. Esto era un proceso engorroso y, en consecuencia, insumía mucho tiempo. Para completar el ejercicio, los barcos quedaban detenidos en el puerto durante aproximadamente diez días, que era el tiempo que llevaba el proceso de descarga y carga”.
Con la llegada de la containerización, en cambio, “los exportadores comenzaron a colocar sus bienes directamente en los contenedores, en su propia planta. Luego son llevados a un almacén de depósito para ser más tarde enviados al puerto. Este proceso ha facilitado enormemente la reducción del tiempo, y ahora los barcos pueden abandonar el puerto en un día o dos, habiendo descargado los contenedores y habiéndolos cargado nuevamente en el barco. El proceso de containerización ha descongestionado los puertos, que antes estaban abarrotados”.
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