Seguramente hay países que están más avanzados en esta travesía pero si con algo me crucé en todas mis visitas, conferencias y seminarios es con mucha gente con ganas de hacer y construir. Esta motivación es el combustible necesario para hacer un cambio y la principal razón de que proyectos con visión de largo plazo puedan prosperar.
Diviso un cambio progresivo a nivel cultural donde las nuevas generaciones cada vez perciben con más entusiasmo el concepto de emprendimiento, generando un círculo virtuoso orientado a la creación de valor. Empresarios exitosos y con un sentido de responsabilidad social han comenzado a involucrarse en estas iniciativas y a devolver a la sociedad mucho de lo que ellos recibieron. Sea con aportación de capital, participación directa en los start ups o mentoring, más que activos están siendo proactivos y esto es una excelente señal. Finalmente estas nuevas tendencias están siendo apalancadas por una cantidad de instituciones que no solo ofrecen “educación en emprendimiento” sino que también guían y asisten al emprendedor a llevar su idea de negocio al próximo nivel.
Estoy convencido de que vamos por el buen camino pero todavía queda mucho por recorrer. Y por esta razón tenemos que entender que el desarrollo de un ecosistema emprendedor es una tarea de largo plazo que requiere de consistencia y responsabilidad de acción.
Tenemos la materia prima, así que ¡manos a la obra!
Aunque podemos concluir que existe un marco general compartido en la implementación de estrategias orientadas a fomentar el emprendimiento cada región incorpora sus propios matices. Diferentes iniciativas se han dado a la tarea de adaptar sus aprendizajes a los usos y costumbres propios de su ecosistema.
Seguir