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Emprendedoras

La mente creativa detrás del Canal de Empresarias
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A pesar de que, puertas afuera de la casa, se respiraba el mandato social de que los hombres salen a trabajar y las mujeres se quedan a cuidar a los hijos, en casa de Laru Linares en ciudad de Panamá las cosas eran distintas. Sus padres tenían una empresa de artículos de cuero en la que ambos trabajaban por igual: papá, en el sector producción y mamá asistía a reuniones con los proveedores, y se encargaba de las ventas. Hasta que llegó la invasión y la crisis en Panamá, la empresa cerró sus puertas. Papá enfermó. Y la madre de Laru tuvo que salir a trabajar de profesora y hacerse cargo de la familia.

Aún así, Laru completó estudios universitarios y, con beca de la UNESCO, hizo una maestría en comercio exterior en la Universidad de Málaga y otra sobre Igualdad y Equidad para el Desarrollo, en la Universidad Central de Cataluña.

Hace unos 18 años ingresó a Ciudad del Saber, una institución que asiste a emprendedores en sus proyectos. De las iniciativas que llegaban a la etapa final, un porcentaje muy pequeño era liderado por mujeres. Laru y el equipo notaron que allí había algo mal y decidieron, aunque fuera un sueño demasiado grande, salir a remediarlo.

Crearon una propuesta dirigida a mujeres, con la asistencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID): el Canal de Empresarias, un espacio de acompañamiento a emprendedoras en Panamá. Tras hacer un estudio para supervisar la situación de la mujer en el mercado laboral panameño, detectaron las barreras culturales y sociales que les impedían salir adelante y así elaboraron un programa para derribar prejuicios y pasar a la acción. 

“Nos propusimos sacar a la luz los temores de las mujeres y las barreras a la hora de emprender. Sabíamos que estas cosas pasaban, pero en el Canal de Empresarias empezamos a abordarlas en comunidad y en equipo”, recuerda Linares. 

Los estudios trajeron a la luz algunos obstáculos sobresalientes. Por ejemplo, el tiempo extra que trabaja cada mujer –y sin paga- en el cuidado del hogar.

“Culturalmente las mujeres nos encargamos de los cuidados del hogar, ya sea casa, padres, abuelos, hijos, es normal que la mujer regrese a casa de la oficina y siga trabajando en casa, mientras que muchos hombres no se sienten responsables de las labores domésticas y de cuidado”, compara Linares. 

Según la única Encuesta sobre usos del tiempo realizada en Panamá en 2011, el 74 por ciento del trabajo doméstico es realizado por mujeres. Mientras que el 72 por ciento de las adultas realiza actividades domésticas, esa proporción disminuye al 37 por ciento en el caso de los hombres. En promedio las mujeres destinan más de 29 horas semanales a estas tareas, 13 horas los hombres (INEC, 2011).

“Debemos trabajar en que los hombres y la sociedad”, retoma Laru, “accionen su corresponsabilidad en estas tareas”.

Sin ir más lejos, aún recuerda el caso de una emprendedora del sector alimentos que debió soportar los prejuicios de su pareja. 

“Estás loca”, le repetía como mantra, “nadie va a comprarte eso”. Con el tiempo, cuando empezó a vender regularmente, el esposo le cedió una habitación de la casa. “¿Y al final sabes qué sucedió?”, pregunta Linares. “El esposo dejó su trabajo y empezó a trabajar para ella”.

El segundo obstáculo de las mujeres emprendedoras, según Linares, es el miedo al riesgo. 

“La mayoría de las mujeres no quiere arriesgar lo que tienen, arriesgarse a dejar de ser asalariadas, o dado el caso, hipotecar la casa para emprender ya que piensan primero en los hijos y familiares a su cargo. Recuerdo en cambio, un emprendedor que hipotecó su casa y mandó a su familia a vivir al interior del país, mientras se desarrollaba su proyecto y cuando logró consolidarlo, trajo a la familia de regreso. ¿Ven la diferencia de cómo se asume el riesgo a fallar?”

El espíritu del Canal de Empresarias es de una comunidad. Reunirse entre mujeres pares que enfrentan idénticos obstáculos, fortalece a todas por igual. 

“No es sólo participar en gremios sino ampliar la red contactos, porque las mujeres no tienen tiempo para hacerlo”, agrega Linares. 

“Es una red donde intercambian sueños, oportunidades. Se acompañan. Esa compañía genera algo muy positivo. Se dicen: ‘Ya no estoy sola. Me escuchan. Formo parte de un grupo’. La fortaleza de lo colectivo es increíble”.

El Canal de Empresarias ya es un espacio masivo, una usina de ideas compartidas con el telón de fondo de Panamá. Han capacitado a 4,100 emprendedoras de forma directa y cuentan con una comunidad de más de 15,000 mujeres impactadas de forma indirecta. 

Linares ve toda clase de proyectos, algunos con un potencial asombroso, pero aún siente que la desigualdad de género trasciende la superficie y cala en la sociedad, algo que, cree ella, tardará un buen tiempo en nivelar.

“Hay una emprendedora, enfermera, que desarrolló una aplicación que permite llevar un control digital de la puesta de vacunas. Muchas veces, las madres pierden el documento de vacunación de sus hijos y esto es una solución formidable. Pensamos que esa herramienta podía incluso llevarse al control de vacunas en el país. Pero no se le ha dado la apertura en el sector salud.” 

Linares recuerda un emprendimiento que empezó 20 años atrás vendiendo bolsitas de plátano como snacks. Las hacía con aceite en una cocina y las vendía desde su casa. Luego compró un terreno y cosechó sus propios plátanos, hoy los vende en todo el país. 

“Tiene calidad de exportación y está por encima de los productos del exterior. Es de alta calidad y es muy gustado. Pero aún no logra concretarlo. Tiene que existir una ley que proteja estos proyectos y lograr que sean promocionados por encima de los productos importados”.

Para apoyar a las emprendedoras en plena pandemia, crearon una plataforma de e-commerce solidario denominada “Yo compro en ciudad del saber” donde promocionan gratuitamente más de 1,500 productos y servicios.

“Tenemos núcleos sectoriales con emprendedoras de diferentes sectores, además de emprendedoras de áreas rurales y emprendedoras refugiadas”, añade Linares. A todas las apoyan con talleres y acompañamiento desde una Red de Mentores.

“Hay muchas ideas y empresas con potencial, lideradas por mujeres, que actualmente solo necesitan un pequeño capital para salir adelante, y aún así no lo consiguen”.

¿Qué se necesita? Linares tiene una lista larga, pero dice que todo empieza en un mismo lugar, la equidad en el núcleo familiar: “Hay que trabajar primero el hogar. Tienen que entrar las empresas con programas de equidad y los medios para fomentar un proyecto de sensibilización. Que se entienda, de una vez, que el cuidado de la casa es una labor de todos y todas”.

 

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