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Género

5G: la revolución que abre una oportunidad de equidad de género laboral
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Nadie tiene dudas de que el mundo está cambiando como nunca antes en la historia. Es un cambio abismal y vertiginoso aunque, hasta ahora, nadie puede a ciencia cierta vaticinar adónde nos conducirá. 

Tras bambalinas de ese futuro incierto y acelerado, una avanzada tecnológica será la artífice del mundo por venir: la revolución del 5G. La quinta generación tecnológica, conocida como internet de las cosas, no es mera aceleración de la red. Permite conectar múltiples sensores en tiempo real para ser procesados, optimizando procesos productivos a través de más y mejor información. En otras palabras, los hogares, las fábricas, las oficinas y las ciudades enteras serán, de alguna manera, conectadas e inteligentes.  Demorar pocos milisegundos en la transmisión de la fibra óptica, imposibilita el desarrollo de tecnologías de precisión milimétrica, como los vehículos autónomos o las cirugías remotas. El 5G llegará para allanar el terreno del mundo que vendrá.

La potencialidad del salto informático en Latinoamérica es material de debate. Se sabe que esta revolución tendrá un impacto radical en cuatro sectores: Salud, Entretenimiento, Software y Servicios Informáticos (SSI). 

Sondeos de GSMA –que agrupa a más de 800 operadores de telefonía móvil-, estiman que el desarrollo de la red 5G y la transformación digital, podrían generar una suba alza del PIB en América Latina en 1.2 %. Y proyectan que entre 2024 y 2034, permitirá generar ingresos por 91,000 millones de dólares a las economías latinoamericanas  y un salto de productividad en diversas áreas del 30% -el 30% será para el sector Manufactura, otro 30% a Servicios Profesionales y Financieros, un 18% a Servicios Públicos, 14% a Comercio y el sector TIC y 8% a Minería y Agricultura-.

En Latinoamérica, lento pero sin pausa, la revolución 5G empieza a tomar forma en los medios y en las decisiones de Estado.  Si bien la inversión es aún costosa e incipiente, Brasil y México están a pasos de licitar el  espectro  para  instalar la red. Además, tienen en su haber varias experiencias piloto. 

Por su parte, Argentina aumentó un 64.,4% su red de fibra óptica en el último año. 

Si bien la  mayoría de  las empresas en América Latina aún  no  piensa  en la  adopción del  5G, en áreas donde operan en la frontera del conocimiento (como la agricultura) o con importantes jugadores extranjeros (como minería e industria petrolera), donde existen ya experiencias con uso de redes 4G o satelitales, el 5G ofrecería mejoras sustanciales: más dispositivos conectados, más precisión y confiabilidad para sus operaciones. 

Tarde o temprano la revolución digital se instalará. Para el 2025 se estima que existirán en América Latina 1,300 millones de conexiones 5G. El 56% de ellas, a manos de consumidores. Y las empresas de la región para ese mismo año, triplicarán sus conexiones.

Una brecha por atender 

El 5G es un trampolín para alentar productos de exportación de toda clase. En el rubro entretenimientos, en transmisiones deportivas con realidad aumentada, streaming de espectáculos, y videojuegos. En las ciencias, el auge de la telemedicina y dispositivos de  diagnóstico remoto, abren una ventana a un mundo de plataformas de monitoreo remoto hasta aplicaciones móviles, jamás imaginadas ni siquiera en las novelas de ciencia ficción. 

Todas estas son oportunidades que, si se las aprovecha a tiempo, la región puede beneficiarse al conquistar nuevos mercados. Sin embargo, considerando datos objetivos de la realidad, esta oportunidad no sería la misma para hombres y mujeres.

En una encuesta en julio pasado realizada desde el Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (BID-INTAL), a mujeres latinoamericanas sobre las motivaciones de la brecha de género, determinamos que entre las principales razones de la disparidad en el trabajo, ellas resaltaban:

 1) el reparto desigual de tareas en el hogar entre hombres y mujeres; 

2) el rol de la maternidad y su compatibilidad con las responsabilidades laborales; 

3) la mayor autoexigencia de las mujeres al momento de postular a un puesto de empleo; 

4) los estereotipos en  torno a determinadas ocupaciones consideradas  “de hombres”.

Las ciencias de STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemática) son, de cara a futuro, de las más codiciadas por las empresas. Y más aún en tiempos donde predomine el 5G. Ahora bien, la brecha de género en esta área indica que, de no mediar un esfuerzo en común de los gobiernos, las mujeres pueden, también en esta oportunidad, quedar relegadas de subirse a esta ola digital transformadora. El promedio de mujeres empleadas con títulos vinculados a STEM representa en Argentina el 32.8% de los empleados, el 45.1% en Brasil, y el 43% en México.

En términos de brecha de género, se sabe que en la Argentina las mujeres representan sólo el 35% de las empleadas en el sector entretenimiento, el 24% en TIC, y el 72% en salud.

En Brasil en el sector salud 75% mientras que en entretenimiento y TIC no superan el 40%. En México, las mujeres representan el 69% de la tasa de empleos en salud, y menos del 27% tanto en entretenimiento como en TIC.

En un contexto de trabajo remoto, distancias físicas y disolución de géneros, esto puede ser una ventaja para que las mujeres avancen laboralmente hacia un equilibrio.  

Otro dato que no es menor: las habilidades comunicacionales, la multifuncionalidad y los soft skills en general, que se perciben en mayor medida asociadas a las mujeres, son aptitudes valoradas en entornos dinámicos como los servicios en tecnología en la actualidad, y suponen una carta a favor para ellas en el nuevo escenario 5G.

Existen estudios auspiciosos –por ejemplo, los de Tejani y Milberg en el 2016- que han documentado que en diversas regiones del mundo, al abrirse nuevas oportunidades exportadoras, se emplean a más mujeres en dichos sectores. ¿Por qué motivo? Pues las mujeres, al tener salarios en promedio más bajos,  bajan los costos finales exportables y así las firmas logran precios más competitivos a nivel internacional.

Argentina, Brasil y México, que  según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), representan el 59% de las mujeres económicamente activas de América Latina, cuentan con normativas que regulan el teletrabajo. Aún más: en Argentina y México la nueva legislación contempla una perspectiva de equidad de género.

Como todo prólogo a un despegue, es vital hacer los ajustes necesarios para que el vuelo llegue a destino. Si se quiere aprovechar el 5G como una plataforma de desarrollo orientada al mercado externo,  inclusiva  y  generadora  de  empleo  calificado,  es  necesario  primero,  priorizar  bases  sustentables  para  el  crecimiento  del  sector  SSI. E incluir planes de promoción al sector con incentivos a la incorporación de mujeres.

Es preciso reforzar los incentivos en formación en disciplinas STEM. Así como también en tecnologías y saberes críticos para el desarrollo de servicios en la era del 5G: analítica de datos, inteligencia artificial, desarrollo de software y ciberseguridad. Esto no solo abrirá oportunidades laborales a las mujeres, será además un factor positivo a la hora de generar tecnologías más diversas e inclusivas. 

En la región hay noticias auspiciosas. Por ejemplo, el Programa de Certificación del Sello de la Igualdad de Género, con incentivos para que las empresas incorporen la igualdad de género como parte integral de “un buen negocio”, creando  condiciones  justas  y equilibradas de trabajo. Lo lanzó las Naciones Unidas en el 2011, y ya se implementó en 57 oficinas del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Otra novedad positiva es  la  Iniciativa  de  Paridad  de  Género, creada nueve años atrás en el Foro Económico Mundial, que busca identificar y reducir las barreras que impiden que las mujeres acceder a las oportunidades laborales en igualdad de condiciones. Gracias a la alianza con el Banco Interamericano de Desarrollo, empezó a aplicarse la iniciativa en América Latina: ya se desarrolla en Argentina, Chile y Panamá, y se espera sumar en breve a Perú y Colombia.

Estos son tiempos decisivos, donde tallamos en bronce un futuro esperado o temido. Un horizonte con, al menos, dos posibilidades: o un mundo en eterna rivalidad de géneros, o un mundo integrado, dinámico, y en perfecto equilibrio. Todos para uno.  Y uno para todas. 

Y es una elección que estamos tomando ahora mismo.

 

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